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Trastorno De Pánico En Niños y Adolescentes

(Panic Disorder in Children and Teens)

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PUNTOS CLAVE

  • El trastorno de pánico es tener oleadas repentinas de miedo intenso, llamado un ataque de pánico, que ocurre repetidamente y sin advertencia.
  • El trastorno de pánico se puede tratar con terapia y medicamentos.
  • Haga saber a su hijo que está a salvo y protegido. El apoyo y la comprensión que le brinda a su hijo pueden ayudarle a afrontar sus sentimientos de temor.

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¿Qué es el trastorno de pánico?

El pánico es una oleada repentina de miedo intenso y síntomas físicos que se sienten graves. Cuando los ataques de pánico le suceden a su hijo con frecuencia y su hijo le teme a otro ataque, esto se denomina trastorno de pánico. Estos ataques pueden suceder muchas veces al día y sin previo aviso. Es posible que a su hijo le preocupe tener estos ataques durante el día.

El ataque de pánico puede afectar las actividades cotidianas. Los ataques pueden ocurrir diariamente, semanalmente o puede haber días o meses entre ellos.

El trastorno de pánico puede afectarlo durante un tiempo corto o puede continuar durante muchos años. Con tratamiento, la mayoría de los niños mejora en menos de un año.

¿Cuál es la causa?

Se desconoce la causa exacta de este trastorno.

  • El cerebro produce sustancias químicas que afectan los pensamientos, las emociones y las acciones. Sin un equilibrio adecuado de estas sustancias químicas, puede que su hijo tenga problemas con su modo de pensar, sentir o comportarse. Las personas con este trastorno pueden tener muy poca o demasiada cantidad de algunas de estas sustancias químicas.
  • Ciertas partes del cerebro y del sistema nervioso hacen que aumente el miedo a nivel físico y emocional. Un evento estresante puede desencadenar el pánico. Pero a menudo el pánico comienza sin un evento estresante identificado.
  • El trastorno de pánico tiende a ser hereditario. Si uno de los padres padece de trastorno de pánico, los hijos tienen más posibilidades de sufrir trastorno de pánico. No obstante, más de la mitad de las personas que padecen trastornos de pánico no tienen parientes con antecedentes de este trastorno.
  • Su hijo está en mayor riesgo si fue abusado física o sexualmente en el pasado.

Muchas personas con trastorno de pánico también tienen agorafobia, es decir, evitan ir a lugares o hacer cosas porque temen sufrir una crisis de pánico y no recibir ayuda. Es común tener depresión junto con trastorno de pánico. El trastorno de pánico es más común en las niñas que en los niños.

Trastorno de pánico generalmente, comienza en la adolescencia o los primeros años de la adultez. Los niños que con frecuencia se asustaron cuando fueron separados de sus padres pueden ser más propensos a desarrollar el trastorno de pánico más adelante.

¿Cuáles son los síntomas?

Los ataques de pánico tienden a suceder rápidamente. Los niños o adolescentes con el trastorno de pánico pueden:

  • Llorar de miedo
  • Temblar
  • Sentir que les falta la respiración o que no pueden respirar
  • Sentir que se están asfixiando o tienen dificultad para tragar
  • Tener malestar estomacal
  • Sudar
  • Sentir que el corazón da golpes o sentir que algo les está oprimiendo el pecho
  • Sentir que se van a morir o que se están volviendo locos
  • Sentirse impotentes para detener los ataques

Junto con estos síntomas, los niños o los adolescentes pueden:

  • Estar en un estado de vigilancia todo el tiempo o asustarse fácilmente
  • Comer muy poco o volverse muy selectivos a la hora de comer
  • Tener problemas para concentrarse a raíz de la preocupación
  • No desempeñar en la escuela lo bien que deberían
  • Tener frecuentes dolores de cabeza o estómago
  • Tener problemas para dormirse o quedarse dormido, o tener pesadillas

Estas sensaciones aparecen súbitamente y se vuelven muy intensas, por lo general en un lapso de 10 minutos. Los síntomas suelen durar entre 20 y 30 minutos. Los ataques pueden esperarse cuando su hijo piensa en una situación, pero a menudo son inesperados o se producen sin previo aviso.

Si su hijo tiene trastorno de pánico, estos síntomas pueden repetirse. Los ataques de pánico pueden suceder a ciertas horas del día, como a la hora de acostarse, o con eventos diarios, como ir a la escuela. Cuando este es el caso, su hijo frecuentemente se preocupa según se va aproximando la hora. El niño se siente impotente para prevenir los ataques.

¿Cómo se diagnostica?

El profesional médico de su hijo o un terapeuta de salud mental le preguntarán sobre los síntomas de su hijo, el historial médico y familiar y cualquier medicamento que está tomando su hijo. Su profesional médico comprobará que no haya una enfermedad médica o un problema de drogas o alcohol que pueda causar los síntomas.

Un terapeuta de salud mental que se especializa en niños y adolescentes puede ser la persona más capacitada para diagnosticar el trastorno de pánico.

¿Cómo se trata?

La terapia cognitivo conductual (TCC) les ayuda a los niños a aprender las causas de su pánico y cómo controlarlo. TCC enseña habilidades para manejar el miedo y los pensamientos preocupantes sobre si está por venir un ataque.

La terapia familiar también puede ser útil. La terapia familiar trata a toda la familia, no solo al niño. Los niños frecuentemente se sienten muy acompañados cuando los padres y hermanos asisten a terapia con ellos y trabajan como en grupo.

Hay varios tipos de medicamentos que pueden ayudar a tratar el trastorno pánico. El profesional médico de su hijo trabajará con usted para seleccionar el mejor medicamento. Su hijo puede tener que tomar más de un tipo de medicamento.

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo?

  • Apoye su hijo. Deje que su hijo exprese los sentimientos de temor si su hijo se siente preparado para hacerlo. No fuerce el tema si su hijo no está listo para compartir sus pensamientos. No critique a su hijo por tener ataques de pánico o comportarse como si tuviese menos edad de la que tiene. Haga saber a su hijo que está a salvo y protegido. El apoyo y la comprensión que le brinda a su hijo pueden ayudarle a afrontar sus sentimientos de temor.

    Mantenga contacto con maestros, niñeras, y las demás personas que cuidan de su hijo para compartir información sobre los síntomas que su hijo pueda estar teniendo.

  • Ayude a su hijo a aprender a manejar el estrés. Enseñe a los niños y adolescentes a respirar profundamente u otras técnicas de relajación cuando se sientan estresados. Ayude a su hijo a encontrar maneras de relajarse como, dedicarse a un pasatiempo nuevo, escuchar música, jugar, ver películas o hacer caminatas.
  • Cuide de la salud física de su hijo. Asegúrese de que su hijo coma una variedad de alimentos saludables, descanse lo suficiente y haga actividad física todos los días. Enseñe a los niños y adolescentes a evitar el alcohol, la cafeína, la nicotina y las drogas.
  • Controle los medicamentos de su hijo. Para ayudar a prevenir problemas, informe a su profesional médico y a su farmacéutico sobre todos los medicamentos, remedios naturales, vitaminas y otros suplementos que toma su hijo. Es importante que su hijo tome el medicamento como ha sido recetado. Consulte con su profesional médico si su hijo tiene problemas para tomar los medicamentos o si estos no parecen funcionar.
  • Aprenda sobre la condición de su hijo. Saber cómo el trastorno de pánico afecta a su hijo le ayuda a entender mejor cómo pueden ayudar los tratamientos, los medicamentos y los cambios en el estilo de vida. Sepa qué síntomas indican que debe llamar a su profesional médico o terapeuta.
  • Comuníquese con su profesional médico o terapeuta si tiene alguna pregunta o si los síntomas de su hijo parecen empeorar.

Obtenga atención de emergencia si su hijo o adolescente tiene ideas de suicidarse, hacerse daño a sí mismo o a otros.

Para obtener más información, póngase en contacto con:

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Pediatric Advisor 2022.1 published by Change Healthcare.
Last modified: 2020-01-27
Last reviewed: 2019-11-14
Este material se revisa periódicamente y está sujeto a cambios en la medida que aparezca nueva información médica. Se proporciona sólo para fines informativos y educativos, y no pretende reemplazar la evaluación, consejo, diagnóstico o tratamiento médico proporcionados por su profesional de atención de la salud.
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